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Dimarts, 23 de desembre


Amor líquid

líquid Si en acabar la feina no estem cansades, les formigues tafanegem pels caus de la premsa per veure el que es conten. Quan trobem un article que ens agrada, ens el quedem i el copiem aquí. Avui en tenim un que ens ha enganxat pel seu títol i per algunes de les paraules que el seu autor, Vicent Verdú , ha fet servir.


Líquidos

Mientras aquí, de una parte, la Iglesia afirma la indisolubilidad del matrimonio con su asignatura de Religión en las escuelas, y, de otra parte, la política pregona la pétrea pertenencia a una patria troquelada, nacional o nacionalista, por ahí se extiende el "amor líquido".

Todos deseamos amar y ser amados, pero llega un punto en que la abundancia familiar carboniza, el terruño intoxica y la pareja invariable es un estorbo para la circulación. Existen ya contratos matrimoniales a plazo fijo, rentings de la vida a dos, carnés matrimoniales con bonos para gozar un determinado número de infidelidades, cláusulas resolutorias ante ciertas descortesías enumerables, amores en la pantalla que concluyen pulsando la tecla "borrar".

Cualquiera anhela en una sociedad solitaria entablar una relación de valor, pero, a la vez, nadie soporta demasiado la obstinada gravedad de las entabladuras. Amor líquido, Liquid Love, es el título que Zygmunt Bauman eligió para su libro en correlación con los cristales líquidos, la arquitectura transparente, las prendas deslizantes, la economía intáctil, la obsesión cinematográfica por los personajes que desaparecen y aparecen, se deshacen o vuelan. Más que un hombre sin atributos, dice Bauman, domina hoy el hombre sin lindes. El contorno político o geográfico, sexual o moral, choca con la pretensión de prosperar. La fórmula para mantenerse en forma es contraria a la fortificación: lo ideal es ser dúctil, mezclable, pactable. Contra la elección de un pensamiento fuerte, una alternativa flexible; frente al ideal de un amor para toda la vida, una vida abierta a todo amor. La vinculación más aferrada produce óxidos, mientras las SDC o semi-detached couples brillan como un archipiélago en crecimiento.

Por todas partes, en fin, se extiende el mix: el miedo a verse enlazado junto al deseo de no sentirse solo. El deseo de ser jubilosamente independiente y el pavor, amargo y suicida, a terminar envilecido por el propio olor. La vida nacional se ofrece hoy como un flamante campo de pruebas para el amor líquido: una oportuna modalidad de amor nada indigesto y donde cada cual bebería en su trago el cóctel irisado de todo lo demás.

El Pais/20-12-03